Pudiera ser que alguna vez leamos eso para referirnos a algo del pasado, algún mal sueño que nos trae amargos recuerdos, la época en la que la gente luchaba por sobrevivir, no había ordenadores, no había tecnologías, ni servicios sociales…
Pero se da el caso que es el epígrafe para la actualidad, en una ciudad que aun desea alcanzar un grado de humanidad que a nosotros, particularmente, nos cuesta encontrar. Y tiene gracia, pues nosotros nos dedicamos a ayudar a los animales, pero la humanidad está muy ligada, pese a quien le cueste entenderlo. Pues quien no se para y se lamenta ante una bestialidad, es porque no asume que todos somos bestias antes que humanos. Bestias con cerebro, bestias al fin y al cabo.
Aquel que maltrata a la mujer, aquel que considera que un indigente no merece más que su desprecio, e incluso aquel que aplaude la sangre en la arena,¿se sentirá solidario con un animal que rezuma dolor por los cuatro costados? No, pues su cerebro no concibe nada por debajo de él que merezca un sentimiento. Esa mentalidad se debe estar extendiendo en nuestra sociedad, o zoociedad, porque nos estamos encontrando demasiados casos de dolor, maltrato, brutalidad. Y el vaso se colma, porque quienes deben educar a los hijos, son los padres, y quienes deben educar a los padres, son nuestros políticos, gobernantes, jueces …campañas más agresivas, multas, y mil formas de hacer llegar a los de dos patas que todos somos animales
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